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Educación Técnico Profesional: un as bajo la manga para una buena vida

Educación Técnico Profesional: un as bajo la manga para una buena vida
En Chile hay más de 900 establecimientos de educación técnico profesional, los cuales ofrecen una alternativa de preparación para el mundo del trabajo, para la especialización y la actualización en diversos sectores que la economía requiere.
En Chile hay más de 900 establecimientos de educación técnico profesional, los cuales ofrecen una alternativa de preparación para el mundo del trabajo, para la especialización y la actualización en diversos sectores que la economía requiere.
"La educación TP en Chile está preparada para los jóvenes de sectores empobrecidos, quienes ven en este modelo un ‘as bajo la manga' en caso de no entrar a la universidad”, detalla Klaudio Duarte, académico de la Facultad de Ciencias Sociales U. de Chile y coordinador del Núcleo Juventudes.
"La educación TP en Chile está preparada para los jóvenes de sectores empobrecidos, quienes ven en este modelo un ‘as bajo la manga' en caso de no entrar a la universidad”, detalla Klaudio Duarte, académico de la Facultad de Ciencias Sociales U. de Chile y coordinador del Núcleo Juventudes.
"Hoy los jóvenes aspiran a una buena vida, donde el trabajo no lo sea todo, que puedan seguir estudiando y disfrutar su tiempo libre. Desean ganar un sueldo justo para poder comprar una casa, para poder 'devolver la mano' por el esfuerzo familiar" explica Natalia Bravo, integrante de Núcleo Juventudes.
"Hoy los jóvenes aspiran a una buena vida, donde el trabajo no lo sea todo, que puedan seguir estudiando y disfrutar su tiempo libre. Desean ganar un sueldo justo para poder comprar una casa, para poder 'devolver la mano' por el esfuerzo familiar", explica Natalia Bravo, integrante de Núcleo Juventudes.
Desde el Núcleo Juventudes plantean que la política de educación técnico-profesional debe poner al centro de su diseño a las aspiraciones juveniles situadas en cada contexto y época, y no únicamente de las necesidades del empresariado.
Desde el Núcleo Juventudes plantean que la política de educación técnico-profesional debe poner al centro de su diseño a las aspiraciones juveniles situadas en cada contexto y época, y no únicamente de las necesidades del empresariado.

¿Cuántas de tus amigas, amigos o familiares han egresado de la Educación Técnico Profesional, tanto en el nivel medio como superior? Probablemente bastantes. La Educación Técnico Profesional es un tipo de formación de alta relevancia en nuestro país, la cual representa un 37% de la matrícula total de estudiantes de 3ro y 4to medio.

Con más de 900 establecimientos educacionales en Chile, esta modalidad ofrece una alternativa de preparación para el mundo del trabajo, para la especialización y la actualización en diversos sectores que la economía requiere. Sin embargo, en los últimos años se ha hecho patente que su alcance va más allá del par educación-trabajo, siendo un espacio intrínsecamente ligado a las trayectorias educativas y al desarrollo del país.

En este último sentido es que se ubica una investigación de la Universidad de Chile, la cual indagó en las aspiraciones de vida de estudiantes de educación técnico profesional a nivel nacional, con el propósito de orientar a la política educativa.

“La Educación Técnico Profesional de enseñanza media en Chile se supone que su principal propósito es preparar a jóvenes para el mundo del trabajo. Sin embargo, desde principios de los ‘90, desde que se aumentó considerablemente la oferta de educación superior, sobre todo por la emergencia de instituciones privadas, solo el 20% de las y los jóvenes que están saliendo de cuarto medio declaran que quieren ir al mundo del trabajo. Uno podría decir, “entonces, este sistema educativo no está cumpliendo su tarea principal". Pero de alguna manera sí. Porque el otro porcentaje quiere ir a la educación superior. Algunos continúan en Centros de Formación Técnica o Institutos Profesionales en la misma especialidad que estudiaron. Y otro grupo importante está pensando cambiar absolutamente de rubro”.

Quien comenta es Klaudio Duarte, académico del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y coordinador académico del Núcleo de Investigación Acción en Juventudes de nuestro plantel.

Dicho espacio fue el encargado de ejecutar el proceso solicitado por la Secretaría de Educación Técnico-Profesional del Ministerio de Educación, mediante el cual  conversaron con estudiantes de cuarto medio de todas las regiones del país en 153 liceos técnico-profesionales y polivalentes, además de realizar etnografías con jóvenes egresados de la educación técnico-profesional.

Según el profesor, existen muchos estigmas respecto a este modelo educativo, donde se espera el ingreso inmediato al mundo laboral, y por ende, la continuidad de la especialidad porque pareciera que “no hay otra opción” ni otros sueños para estos jóvenes. “Y eso suele ocurrir mucho. ¿Por qué? Porque la educación técnico profesional en Chile está preparada para los jóvenes de sectores empobrecidos. No hay liceos técnicos profesionales en las comunas más ricas del país. Entonces, estudiar en la enseñanza TP es una expectativa familiar que se cruza con las expectativas del mundo adulto, y en muchos casos es para tener un ‘as bajo la manga’. Vale decir, tener una carta por si acaso no me resulta entrar a la universidad y seguir aquello que quiero estudiar, algo tengo”, detalla el académico. 

Esta misma estrategia mencionada por el académico evidencia la importancia de la pregunta por las aspiraciones. Porque más allá de un listado finito de anhelos, permite conocer -entre varios aspectos- los argumentos de ingreso a este tipo de formación y las oportunidades que en ese contexto avizoran; las metas que se van planteando en su trayecto de vida; y los ajustes que realizan para intentar responder a las condiciones que experimentan en la búsqueda de avanzar hacia sus deseos de una buena vida.

“Y esto va a contracorriente de lo que el discurso adultocéntrico instala en la sociedad muchas veces, donde pareciera que los jóvenes no saben lo que quieren, que son irresponsables, que son una generación de cristal. Todos esos estigmas que se producen contra las personas jóvenes, en este estudio las y los jóvenes nos mostraron que sí tienen aspiraciones. De hecho, el informe final se llama “Por una buena vida”, porque ese fue un término que ellos usaban en los grupos de conversación que nos llamó mucho la atención. Y como nosotros íbamos haciendo el análisis a la par de la producción de información, empezamos a indagar más adentro”.

Educación Técnico Profesional por una buena vida

“Ahora, ¿cómo se hace esa buena vida? Por ejemplo, que el trabajo no lo es todo, yo no solamente quiero venir para trabajar, quiero trabajar un tiempo, juntar mi plata e irme para fuera. Tener un salario justo, la necesidad de seguir estudiando. La idea de ‘devolver la mano’, donde emana este deseo de no querer reproducir o vivir como están viviendo mis papás, pero a la vez también quiero devolver la mano por el esfuerzo. Quiero que ellos estén bien, quiero comprar una casa. También vimos que los chiquillos que eran inmigrantes, por ejemplo, que estaban en una situación de emigración, están pensando en volver a su país”.

Estos son algunos de los resultados que arrojó el estudio donde participó Natalia Bravo, socióloga integrante del Núcleo Juventudes, quien contribuyó al proceso investigativo desde el Norte Grande, donde actualmente reside. Desde su trabajo en Arica, Iquique y Antofagasta, Natalia pudo evidenciar cómo las y los jóvenes desean una estabilidad económica que les permita actividades de consumo material y cultural, disfrutar de tiempos de ocio y recreación, y lograr un equilibrio entre trabajo y tiempo libre. Se repite la idea de hacer lo que les gusta, frase con la que se refieren también al ámbito laboral. Por ejemplo, trabajando en algo que les reporte felicidad y bienestar, y así poder cuidar su salud mental.

Las aspiraciones de las y los estudiantes dan cuenta que la experiencia en el liceo es una primera etapa en su formación profesional y de vida adulta, con la intención de seguir avanzando en lo formativo y con miras a mejores condiciones de vida, que solo con el título técnico no ven como alcanzables.

“Creo que un estudio como este permite también mirar que efectivamente la educación TP no es la última opción. Es más, yo creo que los jóvenes están pensándola como una opción concreta y práctica también en las condiciones que que les toca y a veces ni siquiera tiene que ver por una situación socioeconómica, que fue un elemento que nosotros vimos también en la distribución del análisis. Es una opción real como tantas otras que te ofrece este modelo económico. Y efectivamente no es ni el camino más corto, ni lo más fácil ni ‘lo que les quedó’,  sino que los jóvenes ingresan a la educación TP para apostar por un mejor futuro. Entonces, creo que la política pública debería considerar esos elementos para cuando se establezcan mejoras. Y otro elemento que me parece interesante para la política pública tiene que ver con que hay diferencias en cómo los estudiantes están percibiendo la idea de trabajo”.

El estudio pone de manifiesto que la educación técnico profesional también debe ser orientada por criterios de formación para la vida, donde los jóvenes ven una oportunidad para superar las experiencias de frustración y precarización que ven en sus familias. Desde su presente conocen el esfuerzo personal y este se expresa en gestionar recursos para ir aproximándose a sus aspiraciones de vida, que son distintas a las expectativas del mundo adulto.

Por lo mismo, la recomendación que comparten desde el Núcleo Juventudes es que si la política de educación técnico-profesional pone al centro de su diseño a las aspiraciones juveniles, situadas en cada contexto y época, va a ser mucho más pertinente que la política de educación técnico-profesional actual, que va más de la mano con lo que el empresariado pide para su territorio y que no siempre dialoga con los sueños y anhelos juveniles.

Si quieres saber más al respecto, te invitamos a revisar el capítulo 170 de Universidad de Chile Podcast. Ya disponible en Spotify, Tantaku, Apple Podcast y YouTube.

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